Control de plagas en explotaciones ganaderas: un episodio reciente reaviva el debate sobre la seguridad alimentaria.

Un reciente episodio ocurrido durante una inspección oficial en una de las explotaciones ganaderas más importantes de Italia ha vuelto a poner la atención en un tema siempre crucial para la cadena agroalimentaria: la gestión de plagas dentro de los establecimientos zootécnicos.

Durante los controles, las autoridades detectaron la presencia de roedores, cadáveres en descomposición y condiciones higiénicas que no cumplían los estándares exigidos para estructuras que abastecen a la cadena alimentaria. Aunque no se hayan proporcionado detalles sobre las empresas implicadas, los resultados técnicos de la inspección hablan por sí solos: algunas granjas presentan vulnerabilidades que pueden tener repercusiones muy serias.

Esta situación no constituye un caso aislado ni puntual: periódicamente, las actividades de inspección realizadas por las ASL, los NAS y los servicios veterinarios regionales ponen de manifiesto problemas relacionados con la bioseguridad, la falta de mantenimiento y la gestión deficiente de las plagas, que encuentran en los entornos intensivos condiciones favorables para proliferar.

¿Por qué es tan peligrosa la presencia de roedores en las granjas?

La presencia de ratones y ratas en las explotaciones no es solo una molestia: representa un riesgo real para la salud animal y humana.

Las plagas pueden:

  • contaminar piensos y superficies con orina y heces;

  • transmitir agentes patógenos (salmonela, leptospira, toxoplasma…);

  • dañar la estructura de las instalaciones, royendo cables y tuberías;

  • alterar el bienestar de los animales, generando estrés e infecciones potenciales;

  • aumentar el riesgo de no conformidad en producciones destinadas a los sellos de calidad DOP/IGP o a la exportación.

Cuando estas problemáticas no se detectan a tiempo, pueden repercutir en todo el ciclo productivo.

¿Qué ha puesto de relieve este episodio?

El caso ha evidenciado algunos puntos críticos recurrentes en las explotaciones intensivas:

🔸 1. Falta de monitorización continua
Muchas granjas basan el control de plagas en monitoreos esporádicos o en sistemas no trazables, sin herramientas que permitan una visión constante de la situación.

🔸 2. Uso de soluciones obsoletas
Aún hoy se confía ampliamente en el uso de rodenticidas anticoagulantes. Por desgracia, es bien sabido que los tratamientos clásicos con este tipo de biocidas —especialmente en la cadena porcina— resultan absolutamente inútiles. Esto se debe a que los piensos destinados a la cría de cerdos están enriquecidos con vitamina K, es decir, el antídoto que se administra contra el anticoagulante. En resumen: se intenta matar a los roedores con un veneno, pero al mismo tiempo estos se alimentan con productos que contienen su antídoto. Además, el uso de este tipo de biocidas conlleva el riesgo de dispersión de los pocos ejemplares que llegan a morir.

Por ello es fundamental cambiar drásticamente de estrategia y utilizar sistemas mecánicos como Ekomille, que permiten capturar y eliminar de manera segura y ecológica a los roedores que habitan en las instalaciones ganaderas.

Ekomille garantiza seguridad porque es un sistema de captura que no emplea productos tóxicos para humanos o animales. Además, almacena los cadáveres de los animales eliminados e impide que puedan ser atacados por otros organismos.

La cadena alimentaria moderna requiere productos como Ekomille, que ofrecen salud, precisión, tecnología, transparencia y profesionalidad.

La gestión de plagas, a menudo subestimada, es una de las áreas en las que los operadores pueden (y deben) mejorar.

Visita el sitio www.ekomille.com

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